Ebrio de alcohol y excitación por llegar a un hogar donde lo esencial era tirar con ella y sus ganas ebrias. Había que ponerse cómodo y nada más indicado que música, encauzando el destino de esos cuerpos ansiosos; y que mejor que el soundtrack de una película que difícilmente podremos olvidar, como lo es “Pulp Fiction”, de Mr. Tarantino.
Comenzamos despacio, con el cover de los
Urge Overkill,
“Girl, you’ll be a woman soon”, de
Neil Diamond; en donde pudimos alcanzar una conexión espiritual, desde los intestinos hasta la respiración acompasada, en un baile surrealista que poco a poco fue subiendo la temperatura en esa habitación, testigo de una cruenta batalla entre dos cuerpos sedientos de placer y otras hierbas. Ese primer tema acompasó nuestras intenciones, nos dió el ritmo a seguir, ritmo que después sería botado a la basura para continuar con otros, inventados por nuestros cuerpos embelesados en ese glorioso baile.
Olvidamos la música por un momento, porque estábamos concentrados en la que creábamos nosotros, con nuestros cuerpos arrebatados; ese golpeteó incesante, esos suspiros, quejidos y gemidos que hacen imposible escuchar algo más. Esa melodía, más humana que la propia humanidad, enraizada en la falsa naturaleza y sus símbolos, que hacen olvidar lo esencial, lo primordial, la raíz de todo el cuento.
Ya un poco más reposados, nuestra música se apagaba de a poco, dando curso a la que cubría la habitación, dejándonos con el acelerado ritmo de
Dick Dale & His Del Tones y su guitarrita surf en el tema del asalto a la fuente de soda, “
Misirlou”. Esa guitarra y el ritmo que lleva incitan, aunque estés envuelto en sudor y cargado de cansancio, a seguir batallando por la libertad, por la libertad del espíritu que se escapa de tu cuerpo para tomar posesión del otro que, al igual que tu, espera la revancha y más revancha.